BBC: LOS TAXIS DE LONDRES

21 de abril de 2011

EVOLUCIÓN E INVOLUCIÓN EN EL ESPACIO PÚBLICO: EL CASO DE LAS PLAZAS

La forma en la que captamos los espacios no ha de dejar a nadie indiferente. El uso que le damos a los mismos, tampoco. El espacio privado sufre las consecuencias de cada uno de nuestros caprichos, peor suerte corren los espacios públicos: entes olvidados a los largo del tiempo que pierden su cualidad axiomática para transformarse en foco de problemas.
El espacio público, en general, se estipula en el subconsciente colectivo como centro recreacional… ¿o no? Las plazas, el mejor ejemplo de espacio público, se han convertido en víctimas de la globalización y se han transformado, a lo largo de la historia de la humanidad, en sinónimo de espacio vacío. ¿Cuántas son las personas que destinan parte de su tiempo a sentarse en una plaza a nada más que perder el tiempo? ¿Cuántos padres planifican junto a sus hijos una salida de sábado por la tarde a los juegos instalados en las plazas como centro recreacional? ¿Cuántas personas destinan parte de su tiempo a admirar el opacado rol que este espacio, minúsculo en ocasiones, tiene para la sociedad? Largos fueron los años en que las plazas mermaban el cuadro de desarrollo urbano y segregaban a la población según su nivel socioeconómico, aquel tiempo donde las votaciones se hacían a viva voz en una Atenas consolidada o donde las más duras penas caían sobre los delincuentes Españoles. Hoy en día las plazas han perdido su valor. Conocidas en un comienzo por ser entes rizomáticos hoy no son más que un espacio vacío, un foco de problemas identificable por horarios y cuya relación con su entorno no representa ninguna importancia para la población. Se consideran áreas verdes que se han de mantener para cumplir con lo estipulado en el marco legal de lo que llamamos ley, pero ¿importa realmente? ¿Cuál es la percepción social respecto al tema? Nadie se lo pregunta ni menos lo cuestiona, simplemente caminan atravesando el espacio tiempo, agobiados por el trabajo o apurados por el reloj. Lo cierto es que hoy este espacio a perdido su importancia: suelen ser focos de delincuencia, drogadicción o, lisa y llanamente, centro de nada. Podemos decir que evolucionaron con el territorio: las inquietudes han cambiado y, asimismo, el centro de interés. Hoy las grandes ciudades crecen en torno a ejes, no a plazas como en la antigüedad. Ya no es panorama ir a una plaza como lo era antes (aunque aún quedan unos pocos que conservan esta antigua tradición), pues han perdido su cualidad de grandes centros de ocio y han sido reemplazadas por el computador o el nintendo wii. Si bien aún gran cantidad de personas se concentran alrededor de estos espacios públicos (cuya mayoría son turistas), esto es observable sólo en las grandes plazas a nivel mundial y cuya carga histórica permite que esto suceda, no así en las pequeñas plazas, aquellas plazas de barrio que el común de las municipalidades contruye para justificar los gastos en áreas verdes.
El poco interés que se genera en torno a las plazas hace que las personas no se relacionen con el espacio que los rodea de forma tan concreta como hace años atrás, por lo que este espacio ha perdido el poder de moldear el territorio, ahora son suprimibles. Lo curioso del asunto es que han evolucionado: evoluciona para involucionar, otra víctima más de la globalización.

Plaza Sotomator, Valparaíso, Chile



14 de abril de 2011

SISTEMATIZACIÓN


La economía genera los movimientos territoriales actuales y eso, en una sociedad globalizada como la de hoy, es un hecho innegable. Sin embargo, este fenómeno no es un suceso aislado, pues desde siempre los asentamientos humanos han tenido como eje principal un centro económico y/o industrial. Cabe destacar que los intercambios comerciales durante fines del Medioevo generaron centros urbanos existentes hasta nuestros días y la industria vio nacer importantes ciudades como Londres en Inglaterra. No obstante, todo asentamiento humano emergente nace en base a la necesidad de un sistema y un modelo predominante en un tiempo y espacio determinado. Bajo este contexto ¿Qué clase de asentamiento humano nace a raíz de un sistema de producción en masa? Marco Rivelli señala en su ensayo “8 tesis sobre el postfordismo” que la sistematización de las formas de producción ha sido motivo de inclusión pero también puede generar nuevos espacios vacíos.
Actualmente, en aquellas ciudades donde la actividad industrial representa el eje principal de su desarrollo la fábrica sigue dominando el mercado, por lo que también domina a las personas que viven en ella y crea un círculo de dependencia entre la actividad industrial como foco de trabajo y los usuarios como trabajadores. Sin embargo, bajo el proceso de sistematización de la producción y la inclusión de nuevas tecnologías el capital humano ha sufrido 2 procesos importantes: disminución y sobrevaloración. A medida que se desarrolla la tecnología los científicos son más demandados y muchas veces se sobrevaloran sus capacidades, por el contrario, el capital humano de recursos inferiores es reemplazado por máquinas mucho más efectivas en términos productivos, generando desempleo, nidos de pobreza y espacios vacíos en los territorios aledaños a los que llamamos ciudad. Así, según Rivelli, el Fordismo avanza hacia el Postfordismo y la fábrica transforma su relación de interdependencia en una relación de dominio que solo se ve alterada por los conflictos cíclicos que generan grandes cambios estructurales. Con este cambio en el modelo económico imperante y que mermaba los términos productivos se termina con la producción en masa y comienza la producción sistematizada, es decir, variedades de productos afines con la variedad de consumidores a los que se puede atraer. No obstante ¿puede, de forma tan radical, alterarse un mercado sin generar cambios territoriales que reflejen la negatividad de la sistematización? Al generar un cambio tan radical en un territorio mermado por la industria se genera, de una u otra forma, segregación espacial: territorios ganadores y territorios perdedores, segregación social, nidos de pobreza, delincuencia y clasismo. Pero este no solo es un problema territorial a nivel comunal o regional, es un problema de Estado. La privatización del Estado genera medidas en masa pues este también se ve alterado frente a los cambios en la economía internacional, olvidando a los sectores más apartados de la sociedad que el mismo modelo ha generado. De esta forma se produce una desvalorización del territorio pues los habitantes comienzan a perder el arraigo que tienen sobre él: se transforman en nómadas cuyo propósito central es mejorar la calidad de vida. En ocasiones, este proceso migratorio e insatisfactorio de arraigo-desarraigo genera conflictos que terminan con grandes enfrentamientos de poder y que generan cambios cuyos efectos podemos observar diariamente en la memoria colectiva de la sociedad: la Revolución Francesa, la Colonización Española, los atentados terroristas e incluso el actual panorama que atraviesa Medio Oriente. Todos los conflictos generan cambios relacionados con las dinámicas de población y se relacionan con la cualidad innata del ser humano conocida como inconformismo.
Así, la economía modela de forma importante el territorio sobre el que influyen, el problema es que en la mayoría de los casos el modelo económico cambia desfasado con el mercado que lo sustenta, generando conflictos que pueden transformarse en grandes crisis. Sin embargo, parte de las redes de conectividad actuales se deben a estos conflictos, pues generan migraciones, expansión de los territorios y colonización. Por el contrario, sostener la crisis como eje de desarrollo global tiene implicancias no solo gubernamentales, sino también sociales; y en este contexto es pertinente cuestionar la sostenibilidad del modelo de desarrollo actual a futuro, pues los movimientos sociales están cada vez más arraigados en el mundo actual dado que las soluciones se entienden como una prestación rígida de un servicio que, naturalmente, debe mutar.